Por Mcs Lisandra López Cordero Socióloga investigadora del Centro de Apoyo a la Familia
Me gusta mucho leer historias y meditar en sus enseñanzas.
Dios ha tratado con mi vida y la de mi familia de manera sobrenatural a través de los mensajes de pequeñas historias. Son tan efectivas que cuando estamos reunidos en familia tratamos que no falten. Las estudiamos a la luz de la Palabra, convirtiéndose en enseñanzas oportunas y prácticas para nuestras vidas. La imaginación ha jugado su papel en este sentido para lograr que puedan llegar de una forma sutil pero necesaria.
Lo más extraordinario de todo es que en todas estas historias puedes sentir como el mismo Señor te habla, invitándote a la reflexión, a conocer más de Él en los momentos más íntimos y así poder enfrentar los avatares de la vida de una forma diferente.
Para mi resultó muy ilustrativo cuando a través de una historia se asociaba nuestro andar espiritual con el Señor con el caminar de la paloma que es muy chistoso y curioso. Precisamente, en lo que quiero que meditemos hoy es en el servicio que como familia le estamos dando al Señor
¿Se ha detenido como familia para ver adónde va?
¿Considera haber realizado las paradas necesarias que le permitan ver más claramente mientras avanza?
Los ojos de la paloma no pueden enfocar mientras ella se mueve, así que tiene que detener completamente la cabeza entre paso y paso para enfocar de nuevo. Avanza torpemente al echar la cabeza hacia adelante, detenerse, luego echar la cabeza para atrás y detenerse nuevamente.
Nosotros tenemos el mismo problema de la paloma. Nos resulta difícil ver mientras avanzamos, por eso necesitamos como ella detenernos entre paso y paso, hacer una pausa y enfocar de nuevo la Palabra y la voluntad de Dios.
Nuestro andar con el Señor tanto en lo personal como familiar tiene que tener paradas que nos permitan ver más claramente antes de seguir adelante. La práctica de Daniel de orar tres veces al día era parte esencial de su andar con Dios (Daniel 6:10). Hay un enfoque espiritual que no podemos lograr si no nos detenemos.
¿Cree que valga la pena seguir corriendo el riesgo de avanzar sin ver por dónde y cómo lo hacemos, confiando en nuestro propio camino?
Dios nos ha dado la oportunidad en este tiempo de pandemia de hacer una parada, aprovechémosla para escanear nuestras vidas, matrimonio, nuestro rol como padres y de manera general nuestra función como familia. Al igual que Samuel, necesitamos estar dispuestos a escuchar la voz del Señor.
Es hora de sembrar acciones y actitudes correctas, y de crecer a la manera de Dios. Renuévate con su ayuda … romped el barbecho, porque es tiempo de buscar al Señor… (Oseas 10:12).
Aprendamos esta valiosa lección de la paloma.
Termino con las frases conclusivas de esta historia que leí.
Lo más importante no es “verse bien”, sino “ver bien”.