Por Pastor Ezequiel Blancoe Hechavarría.
Master en Cuidado Pastoral de la Familia
Coordinador del área de Padres del ministerio de familia de Apoyo-Cuba
En estos tiempos de aislamiento social, han eclipsado la mayoría de las circunstancias que tributaban a que los miembros de las familias apenas se encontraran en casa; el trabajo donde pasaban 8 horas y más, la escuela a la que los padres gustosos entregaban a los hijos o a la que los hijos corrían para escapar de casa o ambas cosas, el templo que ocupa la iglesia local…etc. En estas circunstancias, los hogares, pudieran convertirse en campos de guerra donde cada miembro busque ser el protagonista de la acción.
La Biblia refiere que donde el hombre pone su tesoro ahí estará su corazón (Mateo 6:21); así, unos han puesto su tesoro en el trabajo o las cosas materiales y esto es lo más importante en su vida; para otros su tesoro son los hijos y los constituyen ídolos; hay quienes apuestan todo a su cónyuge, hasta convertirle en su razón de vida; para otros su tesoro es su ministerio en la iglesia local y hay quienes se aferran a sus padres como el motivo de su existencia. Lo cierto es que hay muchas opiniones, emociones, dolor y confusión, en un mundo donde el orden de prioridades está trastocado, porque el hombre se empeña en negar al Creador. David y Denisse Gleen en sus libros “Sabiduría para padres y madres” refieren, acertadamente, que es tiempo de buscar la sabiduría de Dios para ordenar las prioridades, y glorificar al Señor en las relaciones interpersonales. Dios llevó a estos dos valiosos hermanos, al escudriñar las Escrituras, a proponer en sus libros el siguiente orden de prioridades para el hombre y la vida en familia:
Dios (Mateo 22:33-37)
Cónyuge (Mateo 22:33-37) (Génesis 2:24)
Hijos (Deuteronomio 6:1,2)
Trabajo y Ministerio (Mateo 6:33) (1 Timoteo 3:4,5)
La propuesta en ninguna manera plantea el abandono de uno por el otro, sino un orden divino posible y funcional; los que han interactuado con estos materiales (que para gloria de Dios en Cuba llegan a ser miles) y han aplicado estos principios en su vida y familia, dan testimonio esta afirmación. Bueno le sería al hombre poner a Dios como su primera prioridad en la vida personal y familiar (Salmos 127:1,2), pues al alejarse de Él, aparece la tendencia de poner a la descendencia por delante del cónyuge, lo que produce hijos inseguros que luego contraen matrimonio, y se vayan o se queden en casa , vuelcan casi toda su atención sobre la nueva familia nuclear; en todo caso cuando el “nido” queda vacío subsisten ambos cónyuges como extraños bajo el mismo techo. También, al olvidar a Dios, la persona pudiera sumergirse en el trabajo o ministerio eclesial dejando a un lado al cónyuge y a los hijos, que termina, por lo general, odiando lo que sus padres fueron e hicieron.
Pero, mientras haya vida hay esperanza; con la ayuda de Dios se pueden revisar y reordenar las prioridades en el ámbito personal y familiar, ¡El momento de cambiar es hoy!

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