Por: Maireyes Batlle Quintosa. Psicóloga y Consejera Cristiana
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
Jeremías 29:11 RVR1960
Debo comprender que buscar el propósito, sanar, y entrar en el plan de Dios es una decisión. Un día yo decidí hacer algo para entrar al propósito de Dios en mi vida. Intenté recordar y escribir todas las promesas que Dios me había hecho. Intenté recordar todos los momentos difíciles que había pasado, no para entristecerme más sino para ver cómo había logrado sobreponerme a todos esos acontecimientos, la conclusión estaba en dos denominadores comunes: Dios y la decisión de salir adelante.

Fue entonces cuando comencé a crear estrategias para sentirme mejor, para salir de casa, mejorar mi matrimonio y crecer como persona. Empecé a orar más, a escribir más, a formular un nuevo propósito y a dejar atrás los planes que jamás se cumplirían, porque entendí que quizas no estaban dentro de los propósitos de Dios para mi vida, o que no me convenían y no era saludable seguir intentando. Decidí borrar todos mis proyectos y preguntarle a Dios: ¿qué hago? ¿cómo lo hago? ¿con qué lo hago? Yo sé lo que quiero, pero ¿qué quieres tú? Fue entonces cuando hice varias cosas que quiero contarte.
Busqué personas que me beneficiaran emocional, espiritual y profesionalmente. Alejé de mí relaciones tóxicas y abrí la puerta a nuevas relaciones. Me costó muchas lágrimas sacar de mis planes a algunas personas como seguro le costó a Abraham cuando Dios le pidió que se separara de su tierra y de su familia. El proceso no fue rápido ni fue de repente, pero desde ese día todo comenzó a cambiar.

Todos los días me levanto agradeciendo, me digo a mí misma lo que puedo llegar a ser y a hacer bajo la poderosa mano de Dios. Todos los días me hago recordar cómo me sentía y lo que era, y me miro al espejo y veo en lo que me he convertido. Cada día un poco mejor. Me di cuenta de que necesitaba ayuda y decidí ir tras ella. Todo lo negativo comencé a convertirlo en afirmaciones positivas. Identifiqué opciones, oportunidades y decidí entregárselas en las manos del Señor. Con consistencia, persistencia, sin prisas, pero sin pausas esperando en Dios comencé a hacer lo que estaba a mi alcance.
Quiero que te hagas varias preguntas: ¿Qué te dirías a tu yo de hace 5 años? ¿Qué le dirías a tu yo de 5 años en el futuro? ¿A qué planes debes renunciar? ¿Cuáles son tus metas actuales? ¿Quiénes son esas personas que pueden apoyarte?
Luego de que te contestes esas preguntas, comienza a hacer listas de lo que sabes, lo que puedes hacer, de todo lo que tengas a tu alcance y de las personas que puedan ayudarte a hacerlo posible. Poco a poco verás como lo que está en la mente de Dios se va reflejando en tu caminar, hasta convertir tu sufrimiento en tu testimonio y comenzarás a sanar a otros, a través de tu propia sanidad.

Recordando al paralítico de Bethesda su sanidad fue una decisión (Juan 5:1-18). Cuando Jesús le preguntó quieres ser sano, solamente utilizó su voz para plantear todas sus excusas. Sin embargo, Jesús le contesta: «Levántate toma tu lecho y anda». Y aquel hombre se levantó. Entonces, todo se resume en una decisión. Hoy es tu oportunidad de decidir. ¿Quieres ser sano? ¿Quieres encontrar tu propósito? ¿Quieres salir adelante? ¿Quieres creer en Jesús? Entonces, toma la decisión. Olvida las excusas e intenta cada día mirar hacia adelante y utilizar tu pasado solamente para reconocer que, de los peores momentos pudiste levantarte. Es momento de sanar para alcanzar, es momento de sanar para llegar a otros y que tengan la oportunidad de sanar con tu historia, con tu experiencia, con tu propia sanidad.
¿No es grandioso que Dios pueda usar tu historia para sanar a otrao? Tu sufrimiento y tu llanto se convertirá en baile y ese será el testimonio de que Cristo es real y vive en ti.