CARTA A DOS ENAMORADOS

Ustedes, sí ustedes, no se vayan por favor, sé que tienen prisa, están a punto de casarse; pero permítanme solo un momento de su tiempo, quisiera darles algo para el camino, verdades que les permitirán edificar su matrimonio, piso a piso, de manera sólida.

Amados hermanos en Cristo, Dios establece en Génesis 2:24 tres principios básicos para la unión conyugal, “Dejar”, “Unir” y “Ser una sola carne”, bueno sería que los abrazaran y aplicaran a su futuro matrimonio y familia. Imperativo es para ustedes también aprovechar en su vida de pareja, la igualdad que ambos disfrutan en el Señor, al ser creados por Él y para Su gloria; útil les sería entender que desde esa igualdad tienen el privilegio y la responsabilidad de reflejar Su imagen, reproducir una herencia para Él y reinar en guerra espiritual sobre toda la creación (Génesis 1:26-28).  Les aconsejo, si me permiten, que además tuvieran en cuenta conversar abiertamente sobre sus diferencias, pues, aunque van a ser uno en el Señor, no se perderá la esencia de lo que son, un hombre y una mujer, desiguales para gloria de Dios.   

Y como hombre y mujer, no olviden que Dios establece roles para cada uno; pero, por favor, no los confundan con las labores u obligaciones dentro y fuera del hogar, pues en este sentido ambos deben colaborar según sus habilidades y posibilidades. He aquí tu rol Mujer, Dios te creó para ser la ayuda idónea de tu futuro esposo (Génesis 2:18), esa mujer virtuosa de que habla Proverbios 31, en manos de la cual, el corazón del marido está confiado. Para ello, mujer, Dios te ha dado dos mandatos, que cuando los analices bien te darás cuenta que son como uno solo: el primero, sometete a tu esposo en todo como la Iglesia a Cristo; el segundo, respeta a tu hombre para que seas su “corona” (Efesios 5:22-24,33); ahora, en ningún momento esto quiere decir que eres inferior, así como la enfermera no es menos ni más importante que el doctor. Ten en cuenta que sometimiento no es esclavitud, sino seguir el ejemplo que Cristo nos dejó.

Y tú, Hombre que me escuchas, Dios te convocó a ser “Cabeza” (1 Corintios 11:3), pero a la manera de Cristo, El Señor te llamó a servir y no para ser servido; esto primeramente en tu casa; eres responsable ante Dios por tu esposa y tus hijos. Recuerda siempre, el liderazgo y autoridad no vienen de tus fuerzas, sino que te son otorgadas por Dios en la medida que te sometas a Cristo y a tu esposa; sí, a tu esposa, porque en Efesios 5:21 El Creador nos dice “Someteos unos a otros en el temor de Dios”; hermano, no olvides esto para todo el camino, tu futura esposa necesita que la ames incondicionalmente, ella precisa escucharlo, sentirlo mientras respira. Por eso Dios te manda a amarla como Cristo a la Iglesia (Efesios 5:25-29), Si, debes morir día a día por ella, ¿lo entiendes?, para que tus oraciones no tengan estorbo (1 Pedro 3:7).

Por último, sepan que muchos les criticarán y a ambos les costará la vida entera construir el matrimonio y la familia en el Señor (Romanos 12:1); lo que es, sin duda alguna, un alto honor.

Deseo que la presencia de Dios, su gracia y misericordia sea siempre con ustedes.

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